martes, 30 de octubre de 2007

Aveiro (Portugal)

¿Han oído hablar de la Venecia portuguesa? La verdad es que la fama de Venecia supongo que viene por la importancia histórica de la ciudad, pero no por el hecho de estar formada por muchas islas comunicadas por canales, porque la mayoría de las poblaciones de Escandinavia y los Países Bajos son así (no sólo Amsterdam, hay muchas otras venecias del norte). O tal vez lo excepcional sea ver ciudades de ese tipo en el sur de Europa. De hecho, en toda la península ibérica no sé de ninguna otra localidad que posea canales salvo Aveiro, que tampoco tiene tantos. El canal principal rodea la plaza Humberto Delgado, que constituye el centro de la ciudad, y en él se encuentran estacionadas varias góndolas que tal vez hagan recorridos turísticos (inevitablemente breves) por el canal, pero que cuando fui yo no se movían del sitio. Las góndolas, que estoy leyendo ahora que no se llaman góndolas sino barcos moliceiros, están decoradas con dibujos de chistes picantes de lo más casposillo.

En cuanto a la ciudad en sí, está situada en el centro-oeste de Portugal, no lejos de Coimbra y bastante cerca del mar. A diferencia de otras ciudades portuguesas, en ella predominan los edificios modernos y carece del aspecto ruinoso y decadente (que no deja de tener también su encanto) de muchas zonas de Lisboa, Oporto o Coimbra. La sensación que da Aveiro es de limpieza y prosperidad. Tiene sus dulces típicos propios, los ovos moles (literalmente huevos blandos), y también es tradicional comprar sal proveniente de las salinas que existen en la ría próxima; existe también una catedral, pero no reviste gran ni mediano interés, Portugal no es por lo general un país de catedrales. ¿Y cómo llegar hasta allí? El acceso desde España es complicado; de Portugal podría decirse aquello de tan lejos, tan cerca, llegar en transporte público desde nuestro país no es nada cómodo; sí lo es en cambio desde Coimbra o desde Oporto.

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miércoles, 17 de octubre de 2007

Göteborg (Suecia)

Me encanta Escandinavia y reconozco que no hay un gran mérito en ello: son países de un altísimo nivel de vida sin problemas de paro, pobreza ni inseguridad ciudadana en los que se puede pasear a cualquier hora por cualquier calle o parque de cualquier ciudad sin el menor temor, en los que nadie parece tener problemas, el tráfico es poco denso porque la mayoría de la gente usa la bicicleta o el excelente transporte público y en el medio de una gran ciudad con todos los servicios imaginables uno se encuentra siempre a poca distancia del mar o del bosque; y no me refiero a un parquecillo o zona verde sino a monte puro y duro.

Gotemburgo, la segunda ciudad de Suecia, no es ninguna excepción a esta norma. Sí tiene un aire portuario e industrial si uno se pasea alrededor de la zona de Lilla Bommen, pero eso a un vigués le hace sentirse como en casa. Como es habitual en estas zonas vikingas, un buen número de canales rodean las calles del centro, ocupadas por edificios de arquitectura tan armoniosa como austera y sencilla. El centro de la ciudad es la plaza del rey Gustavo Adolfo, donde se encuentran el ayuntamiento y la bolsa (Göteborg es el principal centro económico del país). Las calles circundantes concentran el mayor número de tiendas y locales de ocio; sin embargo la zona antigua de la ciudad, sólo relativamente antigua porque Göteborg no era prácticamente nada hasta la edad moderna, es el barrio de Haga con las típicas casas de ladrillo que inundan todo el norte de Europa. Haga se encuentra al pie de Skansen Kronen, una fortaleza alrededor de la cual se originó la ciudad. El ascenso es un poco cansado pero si hace buen tiempo vale la pena, puesto que permite disfrutar de una excelente vista sobre toda la urbe.

Perderse por el enorme parque de Slottskog, que incluye zoológico, es un placer que el turista no se debería de ahorrar. Otra posibilidad todavía más atractiva es coger un tranvía y dirigirse al muelle donde se embarca hacia las islas del archipiélago (que se dice prácticamente igual en sueco), donde viven unos cuantos pescadores y muchos urbanitas de Göteborg disfrutan de una segunda residencia.

Pese a que el tópico sea cierto en las ciudades más pequeñas, las ciudades grandes escandinavas tienen una vida nocturna tal vez menos ruidosa pero para nada menos animada que las españolas. Quien se aburra en Göteborg será porque quiere. Eso sí, las copas no están al alcance de todos los bolsillos, y lo mismo puede decirse de los restaurantes en el caso de que uno quiera ir más lejos de la comida rápida. Los paraísos suelen ser caros.